Muchas veces la razón por la cual no comenzamos a ahorrar es simplemente porque pensamos que no podemos… y ya. No hacemos nada más que asumir que no se puede y entonces pasa el tiempo y pasan los años sin que hayamos logrado guardar ni un centavo.
Pero, ¿qué es lo extraordinario que quienes sí ahorran tienen y que obviamente a otros nos falta? La respuesta es sencilla, aquellos que han probado las bondades del ahorro tienen objetivos claros y algo todavía más importante, orden y disciplina. Así de sencillo. Lo primero que necesitamos es saber para qué queremos ahorrar, de otra forma iremos como barcos perdidos llevados por la corriente. Si empezamos a ahorrar sin un destino claro, a la primera oportunidad o tentación, nos gastaremos lo acumulado.
Tener un objetivo es básico. Seguro habrá quien diga que el objetivo lo tiene pero ni así la está haciendo en este terrible mundo del ahorro. La segunda clave justo es: tener orden.
Hay que encontrar cómo organizarnos, ya sea con una aplicación móvil, anotando nuestros gastos y nuestros montos de ahorro en una libreta o de la forma que mejor nos parezca.
Aquí el punto es poner nuestras cosas en orden y saber cuánto ganamos y cuánto gastamos. Identificar los terribles Gastos Vampiro (los que se chupan nuestro presupuesto) y enterrarles la estaca de nuestra indiferencia y la diferencia a favor de estos cambios, destinarla al ahorro. ¿Cómo le entierro la estaca de mi desprecio a un gasto vampiro? Muy fácil, identifica toooodas las banalidades en las que gastas ¿15 cafés de Estarbuqs a la semana? (¿En serio?) y comienza a reducir algunas cosas que seguro no extrañarás. En lugar de 15 cafés carísimos, tómate sólo nueve. No te pedimos que renuncies a la cafeína, pero bájale tantito. Seis cafés menos a la semana. Nomás de ese ajuste tendrías a la semana $240.00 para destinarlos al ahorro (suponiendo que cada café cuesta $40.00) al mes serían alrededor de $960.00 y al año ¡¡¡CASI 12 MIL PESOS!!!
Este ejemplo sólo aplica para cafeinómanos, pero cada quien sabrá cuál es su punto débil o sus puntos débiles. Refrescos, papas, cigarros, taquitos al pastor, cervezas, idas al cine y un interminable etcétera. La buena noticia es que no tenemos que renunciar a nuestros gustos a cambio de ahorrar una lana, pero sí podemos comenzar a realizar pequeños ajustes en nuestros gastos cotidianos y tan sólo con eso, estaremos ingresando al ahora maravilloso mundo del ahorro.
Recuerda, identifica tus gastos, haz los ajustes que sean necesarios y posibles, pon en orden tus cuentas, lleva un registro por escrito de tu ahorro y busca un mecanismo formal para ir depositando el dinero que acumules. Si guardas el dinero en tu cochinito es muy probable que la pobre alcancía termine destruida muy pronto. Si no es que alguien te vuela tu dinerito antes. Por eso es importante que tus ahorros se vayan a un instrumento que le permita crecer, aunque sea un poquito y que te quite las tentaciones, incluso puedes domiciliar tu ahorro.
Y un último dato muuuy importante, comienza a ahorrar montos que puedas cubrir. Si empiezas ahorrando 8 mil pesos al mes y tu sueldo es de 10 mil, seguro renunciarás luego, luego. Comienza con montos que no sangren tu bolsillo y conforme le vayas agarrando gusto y maña, ve incrementando la cantidad.